Sólo nos quedaba volver a casa, y para
variar el despertador sonó a las 7’30, para que cambiar. Alrededor de las 8’30 desayunamos
en el hotel (lo teníamos incluido), buena variedad, todo muy rico, y además el zumo
de naranja natural, algo que ya es muy muy difícil de encontrar.
Luego bajamos a la habitación
recogimos maletas, y fuimos andando hasta la estación de Atocha, donde dimos alguna
vuelta de más, y al final nos tocó acelerar para llegar al tren, que puntual a
las 9’40 salió; aunque nuestra intención era descansar un poco, fue imposible
por el griterío de la gente en el vagón y además nos tocó el asiento en el
sentido contrario de la marcha.
A su hora prevista las 11’25 llegamos
a la estación Joaquín Sorolla de Valencia, allí nos recogió nuestro cuñado,
para llevarnos a casa. Lo primero como siempre deshacer las maletas, para poner
todo en orden y comenzar lavadoras. Luego salimos a comer fuera, porque
teníamos la nevera vacía.
No tuvimos nada de jet lag, el viaje de vuelta en el avión resultó mejor que otras veces, descansamos bastante bien; y supongo que entre eso y que al día siguiente nos levantamos en hora normal, apenas notamos nada. La verdad que llevamos bastante controlado el jet lag, en la vuelta a casa.
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